28 noviembre 2007

TENEMOS MUCHO QUE PERDER
El cambio climático amenaza con desencadenar reveses sin precedentes en el desarrollo humano." Con este anuncio, el PNUD lanzó ayer el Informe sobre Desarrollo Humano, que esta vez abordó la alarmante crisis climática que vive el globo terráqueo. De los 17 informes que se han presentado, este, 'La lucha contra el cambio climático: solidaridad frente a un mundo dividido', tiene un marcado tono de preocupación, que lo distingue de los demás. No es para menos: el acelerado calentamiento global podría echar por la borda lo que con tanto esfuerzo se ha logrado en desarrollo humano. Pese a la contundente evidencia científica, por más de dos décadas los políticos -incluido el presidente George Bush- se resistieron a aceptar la existencia de lo que el secretario general de la ONU califica como el "reto más determinante de nuestros tiempos". Hoy, como lo indica el premio Nobel Al Gore y el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), el consenso crece. Hace dos semanas, el Panel, con 2.500 científicos de más de 130 países, publicó en España su cuarto reporte, que zanja el debate sobre las causas humanas del calentamiento: si las emisiones de gases invernadero no se controlan, el nivel de los mares subirá, un tercio de las especies aumentará su riesgo de extinción y hambrunas y sequías asolarán a África.Con su informe, el PNUD pone el foco en las relaciones entre cambio climático y desarrollo. Pese a que las emisiones de gases invernadero las producen en su mayoría los países ricos, son las naciones pobres las más afectadas: sequías, desastres, disminución de la producción agrícola, reducción de la biodiversidad, incremento del paludismo y el dengue. Entre el 2000 y el 2004, 98 por ciento de los 262 millones de damnificados por desastres climáticos vivían en países en desarrollo.La presentación del informe en Bogotá vino acompañada de posibles escenarios en Colombia que dejan poco lugar al optimismo, si no se toman medidas ya. Hacia fines del siglo, se podrían presentar aumentos importantes de lluvias en algunas regiones y reducciones hasta de 50 por ciento en otras. En el escenario extremo del IPCC de concentración de CO2 en la atmósfera, la temperatura media del aire en Colombia podría aumentar entre 2 y 4 grados. Para el 2060, el Ideam estima que el nivel del Pacífico puede subir 60 centímetros y el del Caribe, 40. Las consecuencias para la población pobre, que se concentra a lo largo de playas y ciénagas, pueden ser devastadoras (solo entre el 2000 y el 2005, la población aumentó en 940.000 personas en el Litoral Caribe y en 115.000 en el Pacífico). El impacto en zonas protectoras, como corales y manglares, en la agricultura, en los servicios públicos, en el acceso a agua potable, en los glaciares (ya se redujeron de 109 a 76 kilómetros cuadrados entre 1950 y el 2006) y en eventos extremos como huracanes, inundaciones, incendios, conlleva funestas consecuencias sociales y obliga a efectuar obras de prevención o costosas evacuaciones.En el 2009 se entregará la Segunda Comunicación Nacional de Cambio Climático, sobre la vulnerabilidad por regiones y sectores. Están en marcha el Proyecto Nacional de Adaptación al Cambio Climático (Inap) y otras iniciativas, con las que Colombia da ejemplo.Pero las medidas deben ser globales. El momento político es propicio. El 3 de diciembre, en Bali (Indonesia), arranca la discusión de la Convención Macro para el Cambio Climático de la ONU, en la que la preocupación puede traducirse en compromisos serios, como la redacción de un nuevo tratado que reemplace al de Kioto en el 2012. El tiempo apremia, dado el crecimiento de las emisiones de los últimos años, y lo que no se haga en los próximos 20 años puede llevar a la humanidad a enfrentar, ya no desastres naturales, sino catástrofes climáticas. El caso es que el mundo, rico o pobre, tiene ante sí un inmenso desafío. Ojalá estemos a la altura.
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