El concepto de huella ecológica fué propuesto en 1996 por Mathis Wackernagel y WilliamRees y es definido como la superficie de tierra (o mar) biológicamente productiva que sería necesaria para mantener indefinidamente una determinada población humana con una tecnología y un nivel de consumo material determinados.
En relación con la huella ecológica, resultará útil definir los siguientes conceptos:
Planetoide personal es la huella ecológica per cápita.
Capacidad accesible es la superficie biológicamente productiva local que puede ser utilizada por los habitantes del territorio analizado.
El déficit ecológico expresa la medida en que la huella ecológica supera, si lo hace, la capacidad accesible.
La justa porción de tierra es el territorio biológicamente productivo disponible per cápita en la Tierra (en 1996, aproximadamente 1,5 hectáreas de tierras emergidas y aproximadamente 0,7 hectáreas de fondos pesqueros).
Capacidad apropiada (o sustraída) es la diferencia entre el planetoide personal y la justa porción de tierra.
El planetoide personal o huella ecológica de cada individuo es la suma de seis componentes: el área de suelo agrícola requerida para producir los cultivos que ese individuo consume, el área de pastos para productos animales, el área de bosque para papel y madera, de mar para pescado, de tierra para vivienda e infraestructuras y de bosque para absorber las emisiones de dióxido de carbono correspondientes a su consumo de energía. Se mide en «unidades de superficie», siendo una unidad de superficie equivalente a una hectárea según la productividad media mundial.
Los cálculos del equipo de Wackernagel indican que la huella ecológica conjunta de la humanidad ha aumentado en un 50% desde 1970 hasta 1996, y que en este último año excede en al menos un 30% la capacidad accesible global, una sobrecarga que - caso de mantenerse- conducirá a un agotamiento gradual del stock planetario de recursos naturales.
Los datos de huella ecológica revelan también la desigualdad internacional en cuanto al acceso a los recursos biológicos del planeta, mostrando, por ejemplo, cómo muchas sociedades viven por encima de sus posibilidades y conectando así las cuestiones de sostenibilidad con las de equidad.
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