17 octubre 2007

El cambio climático permitió la emigración humana de África

Escrito por: Mati Milstein el 13 de Septiembre de 2007 | 8:13 am
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Fotografía de National Geographic

Un nuevo hallazgo proporciona pruebas físicas sobre la migración del ser humano

Tel Aviv, Israel

Investigadores afirman que las antiguas formaciones cavernosas, descubiertas en Israel, brindan pruebas concretas sobre los cambios climáticos que permitieron las primeras migraciones humanas fuera de África.

Un equipo de científicos israelíes que estudiaba estalactitas y estalagmitas (concreciones calcáreas o espeleotemas) halló cinco cuevas en las entrañas del desierto de Negev, en la región sur de Israel. Según los científicos, el patrón de crecimiento de las formaciones, que sólo se producen con agua de lluvia, revela que hubo una serie de periodos inusualmente lluviosos que comenzaron hace unos 140 mil años.

Los periodos de lluvia corresponden a la época de los primeros asentamientos de humanos modernos en Oriente Medio, agregó el equipo. ‘‘Observamos que la época de mayor precipitación que permitió el desarrollo de espeleotemas ocurrió hace unos 140 a 110 mil años, y su apogeo se registró hace 130 a 125 mil años’’, dijo Anton Vaks, alumno de doctorado del Estudio Geológico de Israel (EGI) y la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Las fechas corresponden a los asentamientos de humanos modernos encontrados un poco más al norte, en la región del Carmelo y cerca de Nazaret. Los restos arqueológicos datan dichos sitios hace 100 o 130 mil años. Los periodos húmedos crearon ventanas climáticas que hicieron posible la migración hacia el norte: con el cruce a través del Sahara y al interior de Asia por medio de un ‘‘puente de tierra’’ en la Península del Sinaí, agregó Vaks. ‘‘El desierto comenzó a reducirse tanto al norte como en el sur’’, afirmó.

El ‘‘viaducto’’ del Nilo

Con el fin de medir los periodos de desarrollo, los investigadores analizaron los depósitos cavernosos con espectrometría de alta precisión. Las temporadas húmedas que se reflejan en las formaciones posiblemente permitieron que los antiguos humanos cruzaran una región por demás árida, comentó Vaks. ‘‘Los monzones fortalecieron el caudal del Nilo y formaron un ‘‘viaducto’’ que conducía al norte –aseveró Vaks–. El clima en la costa del mar Rojo era, asimismo, mucho menos extremoso durante ese periodo y los arqueólogos han hallado pruebas de migración en las orillas. Es razonable que hubiera una relación entre un periodo de lluvias en el puente de tierra Sinaí-Negev y la primera aparición del hombre moderno fuera de África’’, agregó.

Desde hace años, los expertos han examinado la influencia del clima en la migración y evolución humanas pero, hasta ahora, los investigadores no habían encontrado pruebas contundentes, explicó el equipo de Vaks. ‘‘Es la primera vez en que hay pruebas y fechas precisas –señaló Amos Frumkin, geógrafo de la Universidad Hebrea y miembro del equipo de investigación–. Los hallazgos concuerdan con la información disponible sobre la migración de los humanos modernos de África a Asia’’.

Aunque no participó en el estudio, John Kingston, antropólogo de la Universidad de Emory, concuerda con que el nuevo hallazgo proporciona importantes pistas físicas sobre la historia de las primeras migraciones humanas. “Es muy significativo, pues aporta evidencias empíricas de ideas ya existentes –declaró –. Contar con evidencias empíricas como éstas es como encontrar oro”.

Kingston agregó que la relación entre los periodos de lluvia observados en las formaciones cavernosas y las pruebas arqueológicas existentes en el Carmelo y Nazaret es muy razonable. El uso de concreciones calcáreas para generar mapas climáticos es un método cada vez más popular, añadió.

“Los espeleotemas proporcionan algo muy singular: resolución. Son estupendos indicadores terrestres que no sólo brindan información ambiental, sino que permiten determinar fechas, lo cual representa un factor crítico en este caso”, explicó Kingston.

El equipo de investigación también incluyó a Alan Matthews, de la Universidad Hebrea, y a Ludwick Halicz, de EGI. Los hallazgos han sido publicados en la edición de agosto de la revista Geology.

¿Sólo de ida?
El cómodo corredor que cruzaba el Sinaí y el desierto de Negev no duró mucho tiempo, señaló Miryam Bar-Matthews, de EGI, quien también formó parte de la investigación. ‘‘El trabajo de Anton [Vaks] demuestra que quienes emigraron al norte no pudieron regresar a África dado a que, casi inmediatamente después, el desierto recuperó sus condiciones extremosas e impidió que volvieran’’, explicó.

Aunque Kingston está de acuerdo, agregó que tal vez ése no fue el único periodo transitable a través del norte del Sahara. ‘‘Me parece que los corredores van y vienen –señaló–. Dudo que aquella fuera la única oportunidad para entrar o salir de África’’.

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