18 octubre 2007

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La formulación y estructuración de la Estrategia Andina sobre Cambio Climático -EACC y su correspondiente Plan de Acción están contempladas en la Agenda Ambiental Andina 2006-2010 a fin de que sirvan de fundamento para la coordinación subregional en los temas prioritarios de los países y de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático y del Protocolo de Kyoto. Están también contempladas la generación de capacidades para evaluar los efectos del cambio climático en temas/sectores prioritarios regionales, y la concertación de posiciones conjuntas ante los foros internacionales de negociación en materia de Cambio Climático y el fortalecimiento de la participación de los delegados nacionales.

Su incidencia en la subregión andina

La subregión andina ilustra la paradoja de ser un área que, pese a tener una reducida participación en la producción mundial de gases de efecto invernadero (GEI), enfrenta altos riesgos de sufrir los efectos de este problema, dada la fragilidad y vulnerabilidad de su población y ecosistemas.

De acuerdo a la base de datos de emergencias de la Universidad de Lovaina, tres de los países andinos aparecen entre los 5 países más vulnerables a peligros climáticos y los otros dos, entre los países de alto riesgo. Del análisis de dicha base de datos se aprecia que el 68% de las emergencias son originadas por peligros de origen hidrometeorológico.

Escenarios desarrollados por el IPCC y a nivel de un país de la subregión, indican que el Fenómeno El Niño (FEN) puede ser más frecuente y más intenso debido al calentamiento de la tierra. Como una referencia reciente, y en base a estudios desarrollados por la CAF, el FEN del 97/98, significó 7,545 millones de dólares de pérdida, equivalentes al 2.6% del PBI de la subregión, pero al 14% del PBI de Ecuador, 7% del de Bolivia y 4.5% de Perú, los 3 países más afectados.

La vulnerabilidad de los países se ve incrementada por los altos niveles de pobreza (superiores al 50%) y pobreza extrema (entre el 15 y 30%) que se registran en la subregión, lo que limita las capacidades de respuesta de la población, el Estado y sus instituciones. Por otro lado, los cinco son países megadiversos, siendo sus especies altamente sensibles a los cambios de temperatura y sus impactos. Los países andinos además albergan el 30% de la superficie de los bosques existentes a nivel sudamericano y el 6.2% de los bosques a nivel mundial, ocupando estos aproximadamente el 52% de su superficie terrestre.

El cambio climático presenta pruebas fehacientes de su impacto en la región, ocasionando daños que son inevitables. Los glaciares tropicales, 95% de los cuales se encuentran en esta subregión, han disminuido drásticamente, habiendo perdido algunos de ellos hasta el 80% de su superficie glaciar. El retroceso de los glaciares tiene un enorme impacto en actividades de generación de energía (aproximadamente el 60% de la electricidad de los países andinos es generada por hidroenergía, dependiendo el agua que utilizan de las cuencas glaciares), alimento y disponibilidad de agua para consumo humano e industrial.

Los países andinos son, sin embargo, causantes de menos del 2.5 % de las emisiones globales, debiéndose estas principalmente, en países como Bolivia, Ecuador y Perú, a procesos de deforestación, mientras que en Venezuela y Colombia al sector energético. La matriz energética de la subregión presenta una baja intensidad de carbono, ya que alrededor de 28% de su oferta total de energía es producida limpiamente, a partir de fuentes renovables (cero emisiones de dióxido de carbono). La subregión tiene un potencial hidroeléctrico evaluado en 267.000 MW que representa cerca del 9% del potencial hidroeléctrico del planeta.

Acciones desarrolladas

El tema de cambio climático es en suma, de gran importancia para la subregión andina, siendo los Puntos Focales de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUC), en cada país, los impulsores de los avances logrados a la fecha. El ordenamiento institucional de los países de la Comunidad Andina en el área climática sigue patrones similares en todos ellos, aunque con particularidades propias para cada uno de los países.

Los países andinos han suscrito tanto la CMNUCC y el Protocolo de Kyoto, han cumplido con su compromiso de entrega de sus Primeras Comunicaciones Nacionales a la CMNUCC, y están en el proceso de elaboración de las Segundas Comunicaciones. Tres de los países (Colombia, Ecuador y Perú) además, han finalizado sus autoevaluaciones de las capacidades existentes para la implementación de las convenciones de Río (Bolivia ha iniciado el proceso), habiendo identificado potencialidades para la sinergia y las prioridades para el fortalecimiento de capacidades.

Con el fin de contribuir a la mitigación de la emisión de los Gases Efecto Invernadero (GEI), cuatro de los cinco países de la región (Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú) han designado a su Autoridad Nacional de Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) (que recae en las Autoridades Ambientales), estos tienen implementados procesos de aprobación nacional que han probado ser eficientes, y cuentan con gran potencial de mitigación en sus carteras de proyectos que incluyen los sectores energía (renovable y no renovable), industrial, transporte, residuos y forestal. A la fecha, 9 proyectos que significan un total de 442.000 toneladas de reducción anuales (CERs) han sido registrados en la Junta Ejecutiva del MDL, mientras que otros 17 están en proceso de validación y uno más ha solicitado registro.

En el campo de la vulnerabilidad y adaptación, a pesar de que no se cuenta con escenarios de cambio climático y sus impactos a nivel de la región en su conjunto, se cuenta con evaluaciones que han sido desarrolladas a nivel de cada país y que reflejan la vulnerabilidad al cambio climático de los mismos. Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú se encuentran desarrollando proyectos (2 de alcance nacional, 1 de alcance subregional), financiados con los fondos de adaptación disponibles en el GEF, que permitirán evaluar e implementar propuestas piloto de adaptación y contar así con mejores herramientas para contribuir a la incorporación de las consideraciones de los impactos en procesos de desarrollo (regionales, nacionales, sectoriales, locales), gobernabilidad y/o ordenamiento territorial.

En casi en todos los países de la subregión se dispone de recursos humanos formados a partir del trabajo en las distintas Oficinas Nacionales de Cambio Climático, y de los Servicios de Meteorología, instituciones académicas e institutos especializados. Sin embargo, estos recursos humanos son insuficientes para implementar los estudios necesarios y las medidas contempladas en las Comunicaciones Nacionales, las estrategias y planes, y para las necesidades de los emergentes mercados del carbono.

A pesar de la importancia que el tema debe tener en las agendas nacionales, el tema de cambio climático no es una prioridad, estando catalogado como un problema meramente ambiental y no de desarrollo. Esto se refleja en el nivel de financiamiento con el que cuentan las Oficinas Nacionales encargadas del Cambio Climático, y las Oficinas para el MDL, nacional e internacional. La realidad indica que las Oficinas de Cambio Climático de la subregión no podrían subsistir sin el financiamiento externo. Los niveles actuales de financiamiento con los que se cuenta además, no toman en cuenta dos aspectos: a) la sostenibilidad del financiamiento en el largo plazo; y b) la implementación de las acciones estratégicas contenidas en los planes o estrategias de mitigación, adaptación y medidas de respuesta.

Existe por otro lado, una enorme potencialidad de trabajo sinérgico con otros temas de la CAN (prevención de desastres, energía, biodiversidad, aguas continentales) que de explotarse, permitiría catalizar la incorporación de las consideraciones de cambio climático en otros procesos. Esto, no solamente permitiría hacer un uso más eficiente de los recursos disponibles, sino que podría darle la relevancia debida al tema.

En suma, la comunidalidad de la vulnerabilidad de los países andinos, su alto potencial de generación de energía a partir de fuentes renovables, los distintos grados de avance en la implementación de la CMNUCC y el Protocolo de Kyoto (PK), las fortalezas, áreas no explotadas y vacíos comunes identificados, así como la potencialidad de establecer sinergias con otros temas, sustentan la necesidad de elaborar una Estrategia Andina sobre Cambio Climático, que permitan fijar un norte común en la región para la gestión del cambio climático. Esta necesidad ha sido reconocida por los Presidentes de los Países Andinos, quienes a través del Consejo Presidencial Andino (julio de 2004) aprobaron la Directriz 32, que resuelve encomendar “al Consejo Andino de Ministros de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible que, en coordinación con el Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores y el Consejo Asesor de Ministros de Energía, formule una estrategia andina para enfrentar y mitigar los efectos negativos del cambio climático...”.

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